No siempre puede evitarse la formación de un ángulo de desvío en el cable. Esto
sucede en instalaciones integradas por un tambor y una polea fija, tal como lo
indica la figura 8.4 en las que este ángulo se forma necesariamente; si en ellas el
cable toma una oblicuidad excesiva éste tendera a salirse de la polea,
produciéndose un enrollamiento irregular, traslapamientos y rápido desgaste del
cable por fricción de si mismo contra sus propias vueltas en el tambor.
La experiencia ha demostrado que el mejor servicio obtenido es cuando el ángulo
de ataque no excede de 2° en tambores ranurados.
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Figura 8.4 Línea central del tambor y de la polea |
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