Los problemas asociados a la perforación de los
pozos, como pérdidas de circulación, inestabilidad
de las paredes, pobre rendimiento de barrenas y
control direccional, no se habían relacionado con
el estado de esfuerzos y así, a su vez, éste era
poco comprendido.
En 1948 se introdujo la técnica de fracturamiento. En
ese tiempo, y hasta principios de 1985, la creencia
popular era que al aplicar presión, la formación se
"rompía" a lo largo del plano de estratificación. Esto
implicaba que la sobrecarga tenía que ser levantada
en su totalidad. En 1953, Hubbert apuntó que el estado normal de esfuerzos es uno de los esfuerzos principales; en áreas relajadas, caracterizadas por fallas
normales, el esfuerzo mínimo debe ser horizontal.
De las observaciones anteriores se dedujo que el
campo de esfuerzos era cercano a la columna hidrostática; esto significa que los esfuerzos principales
deberían ser iguales y con un valor cercano a la sobrecarga. Esta suposición era común en los primeros intentos de comprender el comportamiento mecánico de la roca. Sin embargo, las rocas no son
idealmente homogéneas, continuas, isotrópicas, lineales y elásticas. Se requieren diferencias sustanciales en los esfuerzos principales para que el
fallamiento y el plegamiento de la corteza tenga lugar. Por lo tanto, la condición general de esfuerzos
"in situ" es aquélla en la que existen tres diferentes
esfuerzos principales perpendiculares. Es necesario
comprender la condición del esfuerzo para proporcionar las bases de la mecánica de rocas.
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