Según Berry y Parrish, la zona de combustión se mueve en contra de la corriente
de aire, en la dirección hacia donde aumenta la concentración de oxígeno. Los fluidos
producidos deben fluir a través de las zonas de altas temperaturas (en el rango de
500-700°F) hacia los productores, dando como resultado un mejoramiento del petróleo
producido debido a que la viscosidad del petróleo se reduce por un factor de 10.000 o
más. Dicha reducción hace que el petróleo fluya más fácilmente hacia los productores.
El proceso tiene, por lo tanto, una mejor aplicación en petróleos muy viscosos.
La combustión en reverso no es tan eficiente como la convencional, debido a que
una fracción deseable del petróleo se quema como combustible mientras que la fracción no deseable permanece en la región detrás del frente de combustión. Además, requiere el doble de la cantidad de aire que una convencional. Otra desventaja de este
proceso es la fuerte tendencia a la combustión espontánea: dependiendo de la naturaleza del petróleo, cuando se expone al aire a temperatura ambiente por 10 a 100 días, el
crudo se oxidará y si no existen pérdidas del calor, la temperatura aumentará y se producirá la combustión espontánea, aun en crudos poco reactivos. Un crudo a 150°F puede producir la ignición espontáneamente en 5 a 40 días y si la temperatura aumenta por
encima de los 200°F, puede ocurrir en menos de 10 días. Si ocurre cerca del pozo inyector, se iniciará un proceso de combustión convencional que utilizará el oxígeno de la
combustión en reverso y, por lo tanto, el proceso se detendrá.
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